Los objetivos personales son snacks que atiborran, pero no nutren

Nosotros no somos propietarios de nuestra felicidad y ésta no es un objetivo de la vida. ¡No, no lo es! No se gana con el esfuerzo o a fuerza de voluntad o de definición de objetivos SMART

Pol
3 min readMar 20, 2023
Lexica.art

Nosotros sí somos dueños de la libertad de poner la casa en orden para invitar y recibir a todas las personas, y quizás entre ellas aparezca la felicidad. Y no es 100% seguro de que aparezca. Esa es una misión universal, independiente e indistinta de los objetivos personales que se asuman como fines. Pero los objetivos personales son medibles, en cambio la felicidad es impredecible. ¿Será por eso por lo que nos ponemos objetivos personales?

No somos arquitectos de nuestra vida. No tenemos los planos. Podemos rediseñar la casa que somos sin conocer los planos, pero nunca estará plena. Somos albañiles del destino y no sus constructores.

La hipertrofia madurativa y la sobrecomplejización son malestares. Y la autoayuda no es su remedio, es un onanismo intelectual deshumanizante que no cura. El delirio de la autoayuda sólo se cura con humildad. No por comer bacalao nos convertimos en pescado, ni definir objetivos personales (¡y cumplirlos con creces!) nos evita malvivir en la tibieza de la mediocridad.

Porque si hay un para quién entonces los objetivos personales son como algodón de azúcar o caramelos para la consciencia. Snacks espirituales procesados que atiborran, pero no alimentan.

Parafraseando al tío Escrutopo:

Mi querido Orugario, déjalos que definan objetivos personales, ¡no una, sino mil y una veces! Que los cumplan enteramente o a medias, que estén siempre endeudados, que queden insatisfechos. Que insistan como si fuese una virtud mientras se van perdiendo en la soledad, incapaces de dar fruto. Que pasen incluso una vida entera sin darse cuenta.

Los objetivos personales se desprenden del orgullo. Salir adelante del atolladero es cuestión de esfuerzo y voluntad. Es preciso endiosar las propias capacidades y talentos, guardarlas para sí, multiplicarlas y acumularlas. ¡Izad las banderas de la meritocracia y el éxito! Disfracemos de verdad al egoísmo cuando solo se alimenta de medias verdades placenteras, cortoplacistas, arduas. Que parezcan trascendentes cuando en realidad son mundanas.

La misión comunitaria es el verdadero y único objetivo. Los objetivos personales no son la misión. Si los objetivos personales son la misión caemos en una introversión cerrada en sí misma que no fructifica.

Objetivos personales = Yo → Yo → FIN (Fantasía)

Misión = Yo → Comunidad → FIN (Realidad)

Una vida misionera no se obsesiona por una multitud de objetivos que intenta imponerse a fuerza de insistencia. Cuando se acepta la misión vital comunitaria los objetivos se concretan en lo esencial y lo necesario. Como un principio de subsidiariedad. En el caminar acompañado la vida se simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así se vuelve más contundente y radiante.

Hoy el talismán, el becerro dorado, ya no es más lo exterior. El máximo ídolo de los tiempos modernos es nuestro propio ego. El idolillo del ‘Yo’ y mis objetivos personales. A mí ya me cansó mi ego que llena sin alimentar.

--

--